📸Durante 20 años estuvo donde estaba el foco de las cámaras, y la atención de las butacas, representando emociones, acciones y pensamientos. 20 años de ejecutar las ideas de otros, de tener contacto directo con el público, volviéndose adicto a las risas, a contagiar la tristeza de un personaje, a los aplausos. Cualquiera de sus compañeros de clase, y de los míos, habría sentido que el camino lo había conducido al éxito, al reconocimiento, y que agradecer y disfrutar era lo que quedaba para el resto de sus días. Pero Eloy no es así, nuevamente volvió a sentirse como un vendedor de empanadas, ya no le generaba el mismo vértigo, pararse frente al público y tener mil caras, la adrenalina acumulada apenas pagaba los gastos cuando de ser feliz se trataba.
Por lo anterior, volvió a convertirse: se pasó al lado oscuro (donde no apuntan las luces), tras el lente, el mismo que le había regalado tantos saludos en la calle, ahora es utilizado como método de expresión, aparato de juego y fórmula para el autoconocimiento.
Las imágenes de Eloy Mora están hoy y ahora inscritas dentro de la cultura artística nacional, gozan todas ellas de un hilo conductor que las dirige hacia su creador, que recrea en un “sesentavo de segundo” su paso por el teatro, donde intervienen las historias, los personajes, las puestas en escena y demás componentes dramáticos.